No quiero escribir un episodio triste, detesto leer cosas tristes porque me ponen más triste y no, no estamos para eso. No hoy.
Pero quiero escribir algo honesto y realista, una especie de desahogo, protesta, queja, como quieran llamarlo; pero es que esto de ser adulto, apesta.
Me siento estafada, un tanto por la gente adulta y otro tanto por mí, ya que nada es como yo imaginaba cuando era pequeña y como me pintaban el futuro. Y si pudiera regresar a unos 15 años atrás, me obligaría a mí misma a estudiar inglés y seguir con las clases de dibujo y pintura.
La responsabilidad de ser adulto.
Hacer las filas para pagar las cuentas.
Trabajar para conseguir el dinero que paga las cuentas.
Sacrificar tus gustos porque no tienes dinero o tiempo.
Ver que las relaciones te traen igual conflicto que placer, si es que tienes suerte.
El tiempo pasa más rápido y cada vez te alcanza menos.
Te esfuerzas tanto por tu trabajo y rara vez obtienes un buen reconocimiento.
¡Ay no, apenas tengo 25!
Sí, la vida de adulto no es absolutamente ni la sombra de lo que imaginaba cuando era niña, que tendría mi propia empresa, una casa, carro y viajaría por el mundo. Mucha imaginación y yo sola me rompí el corazón.
Muchas cosas han salido bien, otras no tanto y en el camino es necesario improvisar, cambiar los medios, re direccionar ciertos planes y ver “cómo se sale adelante”. Se cometen errores, se pierde el camino, toca destruir y volver a empezar, pero siempre se llega a un punto donde se mira hacia atrás, y en medio del caos se atesoran buenos recuerdos.
La vida apesta cuando ves que el mundo se pone de cabeza, como en estos días, por ejemplo, que no te has terminado de quitar una, cuando viene la otra. Pero, no te voy a dar el discurso motivacional, de que hay que ver el lado positivo, bla bla, la familia, bla bla, la salud, y todo eso; no porque no sean ciertos, claro que sí, pero no sé ustedes, pero yo ya estoy aburrida de eso, ya no me motivan a nada.
Solo te digo que: Puede ser peor.
Luego de todo el discurso anterior, llego al punto de que hemos sobrevivido a situaciones que pudieron habernos destruido, de alguna u otra forma…No físicamente, quiero hacer la aclaración.
Este va a ser el momento motivacional del día, de la semana, del mes, del año (que no me gustan las lecturas motivacionales, que no carajo); pero se pueden soportar cosas difíciles.
La carrera que todos llevamos está compuesta por pequeños pasos para llegar al destino y como personas normales, muchos de esos pasos no son tan bonitos o sencillos, pero son necesarios. Que, sin momentos de caos, la vida sería muy aburrida.
Aquí hay algo para recordar:
1. Siempre es buen momento para aprender
Ya sean lecciones espirituales o que agarres un libro y te pongas a leer, siempre es un buen momento para ponerle más contenido al cerebro. De ti depende qué tipo de contenido le metas, puede que te sirvan más adelante. Si me permites una sugerencia, un segundo idioma o un curso de Excel, por ejemplo, serían una buena idea. Que hoy en día son tan útiles como aprender a cocinar arroz.
2. Todo depende de la perspectiva
Es cierto, es cansado ser el que se mantiene exageradamente positivo cuando evidentemente te está llevando la chin… pero ver las cosas desde el lazo no ayuda tampoco. Creo yo que si en lugar de enfocarnos en lo que apesta y hablamos de lo bueno que todavía pasa, nos sentiremos un poquitín mejor. Aplica a lo que miras en la televisión o en el internet, e incluso a la gente con la que te relacionas. Si no te cuentan nada bueno, que se vayan a volar. Hablo en serio.
3. El dolor no siempre es malo
¿Qué? Pues sí, el dolor no siempre es malo, a veces puede ser una alerta de que algo más sucede y te alerta a dónde debes tratar. También nos recuerda que sentimos, que estamos vivos y aún se puede recuperar. Porque todo aquello que no siente dolor, se tiene que cortar inmediatamente porque está muerto, contamina y al final, sirve más para mal. El dolor tiene sus beneficios y puede aliviar dolores más grandes. Busca los dolores momentáneos, disfrútalos y busca que alivie las enfermedades más grandes.
¡Qué bonito!
Y bien, este nada más fue un recordatorio (desahogo dije al principio) de que, si el 2020 fue feo, el 2021 se puede poner peor, pero si sobreviviste al que te tomó por sorpresa, ya vas a estar preparado para este, y entre todos lo agarramos a palos.
Un abrazo… Que falta nos hace.
Xiomy M.
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