Hace unos días, veía unas fotografías de una de mis cantantes favoritas a la que han muy bien apodado "la chica de fuego", porque es la mejor frase para describirla, ella tiene fuego adentro, y no es precisamente por que tenga una belleza física descomunal, claro que es muy hermosa, pero este apodo no se lo ha ganado por exhibir su figura, sino por el fuego que transmite cada vez que canta; y tampoco se trata solamente por su increíble voz, ya que son sus amigos cercanos los que le han puesto tal sobrenombre.
El apodo describe muy bien su personalidad, pasión por todo lo que hace y que aunque mientras baila en el escenario parece que vuela, su corazón y espíritu permanece siempre en la tierra. No la conozco completamente en persona, pero tuve la oportunidad de verla en un concierto en vivo, ¡la tenía a 2 metros de distancia!, y sí, su rostro y su cuerpo son increíblemente hermosos, su voz ni qué mencionarla, pero al verla de cerca, pude confirmar que lo que realmente brilla en ella es su corazón.
No voy a negar que muchas veces he soñado que soy ella, y que por lo menos tengo una voz grata de escuchar, pero la realidad es que no es imposible llegar a alcanzar el estado fuego adentro, porque no es cuestión de quién canta más bonito o quién se mira más bonita, el fuego es por los valores que arden en cada persona.
Pasamos buena parte de nuestra vida tratando de tener la aprobación de los demás, y para eso nos fijamos en nuestro físico, en que nuestro trasero se vea redondo, nuestra cintura sea pequeña, unas piernas muy estilizadas, y pensamos que esas cosas nos hacen ardientes, y que si no las tenemos, realmente no valemos la pena.
"...Lo esencial es invisible a los ojos."
Esa pequeña frase, escrita por Antoine de Saint-Exupéry en su obra más famosa "El Principito" nos encierra uno de los mensajes más valiosos para la humanidad (si no has leído esa preciosa obra, te recomiendo que lo hagas), lo que realmente importa es aquello que NO podemos ver en una persona, lo que trae debajo de su piel.
Arde por tu amabilidad. Arde por tu sonrisa. Arde por tu gratitud. Arde por tu espíritu de servicio. Arde por tu pasión para trabajar. Arde cuando no te das por vencido. Arde por tus sueños y metas. Arde por tu humildad. Arde por tu hospitalidad. Arde por tu compasión. Arde por tu sinceridad. Arde por ser tu misma.
Lo que te hace ardiente es lo que hay en tu corazón. Un cuerpo se extingue fácilmente, el alma y corazón pueden permanecer encendidos por siempre. Xiomy x.
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