Desde hace poco más de una semana, mi abuela está hospitalizada por una infección pulmonar (no es covid, tranquilos), y aunque está bastante estable, recuperándose de maravilla, sigue con altos y bajos, como cualquier experiencia en el hospital, pero, en todo esto hay algo que me ha llamado mucho la atención y es que: Nunca es tarde.
Digamos que ella y mi abuelo nunca han tenido una relación del todo amistosa y para no entrar en tanto detalle, dejémoslo en que a los dos les puede más el orgullo que las ganas que tienen de pedirse disculpas por las tonterías por las que pelean.
Yo no sé, pero dicen que cuando uno se hace mayor, se vuelve más terco y testarudo. Me da miedo envejecer e ir por ese rumbo, porque a lo largo de la vida, uno gana y pierde personas por un par de palabras. Ojalá y siempre sea ganancia.
No se trata de ir por la vida siendo un turrón y empalagando a medio mundo, pues muchas veces es necesario ser rudo y duro con la gente que se aprovecha de la bondad, nunca es tarde para aprender a decir no y un no bien dicho, de esos que duelen, como los chanclazos que le mete a uno la mamá, arde un carajo, pero ya no se queda para hacerle de idiota otra vez.
No importa cuán viejo se sea, alguna otra cosa nos va a hacer reflexionar que nunca es tarde para pedir disculpas, ser detallista, valorar y tomarse el tiempo de enmendar los errores. Que es cierto que 20, 30, 40 o 50 años de conflictos no se solucionan en cuestión de minutos, pero de nada sirve terminar nuestro paso en esta vida no aprovechando ese breve momento de paz.
Me da gusto por mis viejitos.
La vida nos hace aprender lecciones valiosas y de las formas más desagradables, porque de no ser así, seguimos de necios creyendo que no necesitamos nada, que si no se corrigió hace mucho tiempo, ya se perdió la esperanza.
Por años he escuchado que, a los árboles que no se les endereza desde pequeños, llegan a viejos y mueren torcidos. Pues no seré una experta en jardinería, pero a veces ha sido necesario cortar y podar hasta casi hacer desaparecer una plantita para que vuelva a crecer llena de vida y logre florecer.
De nuevo, la vida tiene sus métodos.
Nunca es tarde para intentarlo de nuevo, en donde sea que se quiera aplicar, para decir que sí o decir que no, para hacer o para renunciar. Parece cuento repetido, pero nunca pensé que algún día vería esto.
Ah, y no se preocupen, mi abuelita estará bien, ahora sí estoy segura de eso. Sus problemas ya se han solucionado y eso, a mi familia y a mí, nos basta.
Xiomy M.
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