top of page

32. Un alto para pensar




En medio de una conversación casual con mi mejor amigo, reflexionando camino a la pupusería, me hizo aterrizar con un punto que, aunque es naturalmente conocido y practicado, a veces es poco valorado. Por mí principalmente.


Hablamos de cosas serías entre tanta locura.


Quiero hacer una pausa para pensar, reflexionar y enmendarme un poco, ya que mis últimos escritos han sido un tanto deprimentes. Lo que he escrito últimamente ha sido completamente honesto, y como dije en un post anterior, una especie de desahogo sobre todo y nada a la vez.


Pero, en medio de ese momento de “bajón”, no cae mal un poco de formalidad y hablar como adultos maduros, aunque no siempre ejerzamos.


No sabemos lo que tenemos…


Y porque ni nosotros sabemos lo que tenemos, mucho menos sabemos o somos quienes para hacer la crítica en lo que cada cual tiene o no y la forma en la que lo utiliza, como personas estamos en la obligación moral de ayudar cuando vemos a alguien en necesidad.


Compartir sin interés…


Cuando pensamos en ayudar a otros, a lo mejor se nos viene a la mente hacer donaciones millonarias para acabar con el hambre de los niños de África y no tiene nada de malo pensar en grande, por así decirlo, pero a veces podemos hacer acciones, que a nuestros ojos no reflejarían gran impacto, pero que pueden cambiar la vida de la persona que tenemos al lado.


Este episodio es una pausa para dejar de pensar en el yo y recordar que hay gente que la está pasando peor y que de alguna forma podemos extender la mano y ayudarles a sobrellevar las cosas. No cambiaremos el mundo, pero una buena acción se siente muy bien.

Para finalizar este pequeño recordatorio, quiero dejar de forma textual las palabras de mi bifi, que como dije al principio, entre tanta cosa que nos agobia a diario, siempre tiene una palabra para animarme y hacerme “caer en el 20”.


Gracias por eso, mi vida.


La Biblia dice “el que presta al pobre, a Jehová presta, y el bien que ha hecho se lo volverá a pagar”. Man, ¿qué más querés? Imaginate prestarle al DUEÑO DEL UNIVERSO. Ahí ya tenés la vida hecha, en serio. Si solo con levantarnos cada día ya es un gran regalo, y que todo lo que hacemos de bien (o mal) es multiplicado por mucho. Además, en otra parte de la Biblia dice “Dios no es deudor de nadie”, y Dios nunca cambia lo que ha prometido.


Una cosa importante, es que, cuando ayudemos a los demás, no lo presumanos ante las amistades, porque esa será TODA la recompensa que recibiremos por nuestras buenas acciones. ¿Y qué es mejor?, ¿unas alabanzas de parte de nuestros cheros que duran unos minutos y luego se olvidan?, ¿o que Dios tenga en cuenta lo que hiciste y te recompense hoy y en años venideros?


¿Qué más nos hace falta para ayudar a los demás?


La misma pregunta me hice y me seguiré haciendo.


Un abrazo para ti, Jabes, mi bifi que, buscando cobre, te vine a encontrar y más agradecida no se puede.

Xiomy M.



bottom of page