Creo que no es difícil de asumir que me gustan las plantas, no solo porque el nombre del blog hace referencia a ellas, sino porque he hablado de plantas, flores y de mi jardín en muchas ocasiones.
Y pensando en esto, mi hermana colombiana, mi Laura me hizo llegar un hermoso libro titulado EL JARDÍN DE DIOS, escrito por Charles Spurgeon, donde hace la comparativa entre un jardín que visitó unos días atrás con la iglesia.
Así que, agradezco a mi Lala compartirme semejante bendición, también sus puntos de vista y opiniones. Básicamente, este episodio es de su autoría, yo solo tomaba nota.
Nuestra función…
Comparemos nuestra existencia con un jardín que cultivó el Señor Jesús, siendo nosotros mismos árboles que su Soberana diestra plantó (salmo 80:15), dándonos todo lo que conlleva ser parte de ese espacio, los cuidados del Maestro y el trato con las demás plantas; esto nos explica mucho de la existencia de la iglesia, ya que no es coincidencia encontrar un jardín en medio de un paisaje árido, como el que se nos narra al principio de la Biblia, y esa es precisamente nuestra función en medio del caos de este mundo, ser un Edén, un oasis que llene de esperanza a los peregrinos del desierto.
El señor Jesús se representa a sí mismo como el viñero (Lucas 13:6), que cuida las buenas plantas para que den su fruto a su tiempo y a las malas las corta para que no estorben la vida de las primeras.
La idea que Jesús es el jardinero debe motivarnos a buscar Su Presencia para dar buenos frutos, ya que solo Sus cuidados nos alimentan lo suficiente como para que nuestras vidas sean de provecho.
Esto nos lleva a preguntarnos, ¿Por qué estamos en el jardín de SU Gracia? Porque ÉL dio su vida para injertar y hacer vivir a todas las plantas que se hayan en su huerto.
No tenemos porqué preocuparnos o desanimarnos (Salmo 121:4), cuando dejamos todo en manos del Jardinero, es garantía que nuestras vidas van a marchar bien; pero en cambio, pensamos que nuestro follaje no es el mejor y nuestras flores son escasas, nos centramos más en el crecimiento exterior que en el interior, cuando es necesario que las raíces ahonden primero hacia el suelo y luego las ramas podrán ir con seguridad al cielo, ya que lo más importante es el fortalecimiento de la raíz y lo demás es pasajero.
Esto nos lleva a uno de los principales deberes del cristiano: LA ALEGRÍA. Y como que no, al ser cuidados por el mismo Maestro, que nos inunda con sus riegos de paz y sus abonos de fe, afectando el trato con nuestros semejantes, a quienes a veces no sabemos cómo enfrentarlos, ya que hay plantas que pueden confundirnos con un exterior áspero y difícil de tratar, como las hermosas rosas cubiertas de espinas, pero el consejo del Señor nos ayuda a comprenderlos y buscar la forma en serles útil.
Un glorioso final …
Tal como al principio, el jardinero nos visitará siempre y cuando estemos plantados en su jardín (Génesis 3:8), y nos da la esperanza de que un día seremos trasplantados a un terreno más fértil, con un mejor clima, cerca de ÉL mismo, dando los frutos que quiere para nosotros.
Espero con ansias ese momento cuando estemos plantados en el terreno perfecto sin el temor de enfermar, con las hojas siempre verdes y siendo eternamente alimentados por la savia del Olivo Celestial.
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Nuevamente gracias mi Laura por animarme con esto en el momento justo. Te debo un abrazo. 💕
Xiomy Mendoza. XX
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